⌬ La aurora de la expansión ⌬
Durante las primeras décadas, tras el éxito de los primeros Lanuar, el universo se abrió ante los descendientes de Neyrum como un abanico de posibilidades tan increíbles como inciertas, surgió un repentino estallido de esperanza. Cada nueva ruta establecida entre sistemas brotaba como un hilo dorado que unía mundos y futuras generaciones. Por primera vez, el horizonte dejó de ser un límite inalcanzable y se convirtió en una promesa.
▣ Las estaciones del amanecer
A medida que avanzaba la conquista del universo, cada facción compitió por construir las primeras estaciones espaciales fuera de su sistema natal; dicha carrera derivo en la proliferación de colosos orbitales que servirían como punto clave en la órbita de lunas vírgenes.
- El Triunvirato Iridia construyó Thal-Oris, su mayor orgullo hasta la fecha: una increíble estación espacial que mezclaba la frialdad de los metales con la viveza de incontables jardines colgantes y torres de cristal y marfil. Todo ello decorado con la hermosa gama cromática de los cristales de kryos que, además de gran poder y energía, dotaban a la estación espacial de capacidades únicas como escudos de energía arcana y la posibilidad de teletransportarse a distancias cortas.
- El Imperio Ogma, por su parte, construyó la enigmática e inconmensurable estación Kovahr, una maraña de acero, engranajes, sistemas defensivos y puertos estelares, totalmente libre de la influencia del kryos gracias a su revestimiento de Ikorr y la proliferación de una nueva tecnología emergente ogmiana: los pulsos electromagnéticos que, por alguna razón que aún no alcanzaban a comprender, permitían repeler e incluso anular el kryos temporalmente.
- La Aristocracia Vesmer construyó Genna, una majestuosa estación en la órbita de Vidan, un planeta idílico que descubrieron y convirtieron en capital de su organización. La estación no solo servía como puerta de entrada a su mundo, sino que además era una gigantesca ciudad con innumerables comercios, hoteles y todo tipo de centros de ocio dignos de la más exuberancia vesmerita.
- El Concilio de Lyen forjó Lysereth, su mayor orgullo, una impresionante academia donde cualquiera gozaba de la libertad. La academia se construyó sobre un asteroide atrapado en la órbita de Auria, una majestuosa edificación academica con todos los lujos y rodeada de varios anillos tecno-arcanos que le brindan al mismo tiempo el control absoluto del kryos de la zona y sistemas de defensa externos.
Estas estaciones fueron las primeras de muchas, en algunos sistemas se construyeron incluso varias, aunque existen rumores de que muchas de ellas se abandonaron por causas desconocidas y otras todavía se mantienen activas.
▣ La fiebre de los descubrimientos
Cuando la Legus se consolidó como la cúspide del Consejo Estelar y eje central de la diplomacia y comercio de la galaxia, la estación se convirtió en un puerto repleto de maravillas. Cada ciclo atracaban convoyes procedentes de las colonias recién fundadas y de mundos y lunas explorados, descargaban flora de todo tipo de colores y olores, fauna con fisiologia nunca antes vista e incluso minerales con propiedades insólitas. En los muelles, los escribas y naturalistas catalogaban incansablemente lo que en otro tiempo se consideraba imposible; en las cúpulas-jardín, los botánicos y arcanistas debatian sobre los nuevos hallazgos; y en las cámaras de cuarentena los ingenieros ajustaban filtros y blindajes para hacer frente a las futuras expediciones. Legus se convirtió en el cruce donde la curiosidad y la prudencia debían coexistir bajo un mismo techo.
«Hay noches en Legus en que uno jura oler la sal de planetas que jamás pisará.»
—Autor anónimo de la Estación.
Los salones de maravillas
Durante los primeros años, el Consejo organizó con ayuda de la Aristocracia banquetes en los cuales los exploradores narraban sus rutas, mientras hechiceros proyectaban ilusiones de arrecifes espectaculares y desierto, azabache de lluvia rojiza. Con el tiempo, la práctica derivó en meros fastos de etiqueta, no muy diferentes a los banquetes sociales de los vesmeritas, donde una criatura bioluminiscente podía elevar el precio de una alianza. La opulencia hacía espectáculo de la ciencia, y la ciencia, a su vez, justificaba dicha opulencia.
Una nueva infancia
En las colonias más humildes de reciente creación, la fiebre adoptó otro rostro, el de una cotidianidad asombrada. Los niños aprendieron a pronunciar nombres de insectos nunca antes vistos, jugaban con rocas que tenían propiedades pintorescas, y proliferó la adopción de unas criaturas apodadas Ferines que llegaban directamente desde Legus, un pequeño emblema que simbolizaba la nueva paz doméstica. En estas colonias, los descubrimientos dejaron de ser eventos festivos hace tiempo.
⌬ El crepúsculo de la promesa ⌬
Los Lanuar tejieron un tapiz de rutas estelares que unían mundos y estaciones espaciales distantes, pero, con el tiempo, la vastedad de Éliade reveló una verdad amarga: no se puede conquistar todo lo que se aprecia en el horizonte.
▣ Las tierras malditas
Décadas de exploración revelaron una fría verdad: muchos sistemas no eran más que páramos desolados por las mareas de kryos con planetas erosionados, sin más huella que tormentas eternas, con cataclismos e incomprensibles efectos climáticos derivados de la corrupción del kryos. El entusiasmo de los primeros colones se trocó con resignación, en algunos mundos los relojes se negaban a marcar la hora correcta, en otros, si no se tenía cuidado, podías envejecer en cuestión de minutos. Algunos apodaron a estos mundos como «tierras malditas»
▣ La fractura en las alianzas.
Por otro lado, poco a poco, lo que comenzó como cooperación se transformó en sospecha. El comercio entre facciones se volvió desigual: Ogma imponía tributos desmedidos a quienes necesitaban su tecnología, mientras Vesmer manipulaba precios de recursos básicos. Decenas de pactos de confianza se rompieron y, aunque el Consejo Estelar se reunía habitualmente en Legus, sus promesas parecían huecas, y las facciones abandonaban ocasionalmente las sesiones con más secretos que acuerdos.
⌬ La guerra invisible ⌬
La tensión entre facciones no estalló en grandes batallas, se dio a muy pequeña escala, a través del espionaje, el sabotaje y contratos de mercenarios.
▣ El conflicto por Cyrtha
La frontera entre el Triunvirato Iridia y el Imperio Ogma dejó un sistema dividido en dos, pues ambos se negaron rotundamente a alcanzar un consenso sobre ello. En este sistema se encontraba Cyrtha, un mundo fértil, rebosante de corrientes particularmente dóciles de kryos. El imperio lo codiciaba como un futuro enclave industrial, mientras que Iridia lo veía como un santuario colonial. Nadie alzó su estandarte, pero ambos enviaron agentes y mercenarios disfrazados de colonos. Los sistemas de riego explotaban, se falsificaban mapas, las caravanas desaparecían en la jungla… Al final, una breve batalla estalló entre ambos bandos y muchas zonas quedaron totalmente inhabitables a causa del incremento de la densidad del kryos. Y a partir de ahí, ambas facciones abandonaron sus proyectos de colonización del planeta.
▣ Pulmo-Red
En una remota estación de investigación, el Concilio de Lyen intentó superar la debilidad respiratoria de los Ilkel a través de respiradores simbióticos. El proyecto, apodado Pulmo-Red, degeneró en sujetos cristalizados o mutados en horrores nunca antes vistos. Aunque los registros se borraron, la estación Velezan permanece oculta en algún lugar de la galaxia, como si nunca hubiera existido. Pero en las colonias periféricas se escuchan rumores de aquellos que respiran en silencio.
▣ La grieta de Vaeyth
Vaeyth, la promesa más brillante del Concilio, se transformó en pesadilla de la noche a la mañana. Aunque era un lugar idílico, había una zona particularmente densa en kryos que ocultaba una extraña grieta de color púrpura brillaba como si buscase que alguien se adentrase en su interior. Un día, la grieta colapsó, y durante once segundos, en todo el planeta reinó un silencio absoluto y todos los sistemas dependientes del kryos dejaron de funcionar. Los habitantes de los pueblos cercanos recuerdan momentos que jamás ocurrieron, y otros incluso olvidaron su propio nombre, y dos nombres aparecieron en los documentos clasificados de la Academia Lysereth: Zelaira Teln’Varis y Lyvoren Thyrn. El Concilio clasificó el evento como un Sangrado de Kryos de Clase-4 y, desde entonces, Vaeyth es un nombre que se pronuncia con cautela; pese a todo, la colonia permaneció allí, y la grieta no ha vuelto a dar señales de colapso.
⌬ El horizonte fragmentado ⌬
Así se nombra en secreto a la era que muchos creen que ha comenzado, el esplendor de antaño se ha desmoronado en un mosaico de imperios desconfiados, rutas inestables y poblaciones que miran a sus líderes con recelo. La era venidera ya ha recibido un nombre, uno que todavía no es oficial, y puede que nunca llegue a serlo, pero se susurra en todas partes: «El horizonte fragmentado».
▣ Las colonias libres
Algunas colonias remotas cortaron lazos con el Consejo Estelar y prosperaron como ciudades-estado independientes, se dice que incluso algunas facciones que se pensaban ya olvidadas, como la Teocracia de Ashistan, han despertado de un largo letargo. Otra colonia, situada en el mundo de Halveth, se hundió en una guerra civil; y otras, no se sabe cuantas exactamente, han desaparecido, dejando estaciones vacías orbitando mundos sin nombre.
▣ El miedo en Legus
Por su parte, la Estación Legus, otrora símbolo de unión, se ha convertido en un hervidero de intrigas. Sus laberínticos pasillos escuchan todo lo que sucede atentamente, y en las salas donde los embajadores se reúnen, se dedican sonrisas tan afiladas como dagas, y los bandidos y mercenarios abundan en los bajos fondos. Nadie declara la caída del Consejo Estelar, pero todos saben que su voz ya no pesa como antes.
▣ Un océano expectante
Sin embargo, pese a todo, Éliade sigue ahí, majestuoso, indiferente a los juegos mortales. Los Lanuar laten como arterias de un etéreo cuerpo galáctico, algunas brillan con una sorprendente fuerza, mientras que otras han colapsado o se han abandonado. Cada salto se ha vuelto una apuesta que se debate entre prosperidad y desastre, alianza o traición. Y mientras las estrellas parecen observar en silencio, un océano aguarda, paciente, ocultando secretos tan brillantes como la luz del nuevo día.