Transcripción
Para la mayoría de pueblos y culturas, el kryos no tiene un principio ni un final, es tan antiguo como el propio cielo estrellado. Una sustancia etérea y omnipresente que todo lo envuelve. Se habla de él como del viento o de la marea, como algo que siempre estuvo ahí, susurrando entre las piedras. Nadie sabe cuándo comenzó a fluir, y pocos son los que se atreven a imaginar qué ocurriría si alguna vez dejase de hacerlo.
En Éliade el kryos puede conceder poderes inimaginables, pero siempre exige un precio, y ese pago siempre deja huella.
⌬ El aliento de Éliade ⌬
El kryos recorre todo Éliade como una corriente invisible que se acumula en el aire helado de los páramos, en las vetas cristalinas que atraviesan innumerables montañas y en el pulso oculto de las creaciones arcanas. No se puede cultivar ni fabricar, tan solo extraerse del mismo universo.
Su naturaleza es fría, no sólo en el sentido térmico, es un frío que cala en la mente, que adormece las emociones y que, a veces, parece escuchar. Los guerreros lo usan para templar sus armas, los hechiceros para moldear sus conjuros, y los artesanos para dar vida a artefactos que, de otra forma, no podrían existir.
Todo uso del kryos implica un intercambio, pero no un intercambio alquímico: cuanto mayor es el poder invocado, mayor es el precio a pagar, y ese precio puede cobrarse en días o incluso años. A veces es fuerza vital, que deriva en cansancio; otras, salud y a veces… algo más difícil de nombrar.
⌬ Mareas del kryos ⌬
El kryos fluye por todo Éliade, se acumula en vetas de cristal que atraviesan montañas, en cuevas donde el eco suena distinto y en el hielo eterno que cubre lagos de mundos olvidados. No es uniforme, pues hay regiones donde apenas se percibe, y otras donde se convierte en un mar en tempestad que moldea la realidad a su antojo, hasta que la realidad cede.
▣ Susurro de escarcha — Tierras pobres
En estos lugares, la magia se siente lejana, como un eco que se extingue antes de alcanzar el oído. Los conjuros tardan en formarse, las máquinas arcanas se comportan con lentitud y pereza, e incluso los Isara notan como sus poderes se apagan. Son tierras seguras para el viajero, pero áridas para quien vive de la magia.
- Señales del entorno
- Cristales opácos, sin brillo interno.
- La escarcha, cuando aparece, no dibuja filigranas, sólo manchas sin forma.
- Los animales siguen su vida de forma normal
- Peligros y hábitos
- Quien intenta «forzar» la magia se agota antes de tiempo.
- Las comunidades viven sin miedo a desarrollar la kryestenia de manera natural.
- Los hechiceros vienen a estos lugares a «desintoxicarse» del exceso de kryos.
▣ Velo gélido — Tierras plenas
La densidad del kryos en estas zonas es constante y dócil. La magia fluye sin resistencia, y el entorno apenas presenta deformaciones. Incluso los animales han aprendido a convivir con esta energía, y los pueblos prosperan en la frontera perfecta entre utilidad y riesgo.
- Señales del entorno
- Brillos suaves en los ríos al atardecer.
- Matrices de escarcha «ordenadas» sobre la piedra y madera.
- Fauna tranquila ante pequeñas maravillas como luces, calor controlado o agua que asciende en hebras.
- Peligros y hábitos
- Los sueños se vuelven más nítidos; algunos amanecen recordando lugares que nunca visitaron.
- Las comunidades saben que la kryestenia puede aparecer en cualquier momento, pero aprovechan las herramientas para manipular el kryos y facilitar las labores en su día a día.
- Son lugares idóneos para que los hechiceros aprendan sin pagar precios altos.
▣ Cristal vivo — Tierras abundantes
En estas zonas, el kryos está tan presente que deja marcas visibles: la escarcha crece en patrones geométricos sobre la piedra, las sombras se alargan y deforman, e incluso los ríos reflejan paisajes que no parecen pertenecer a este mundo. Es un lugar de tentaciones, pues el poder es fácil, pero cada hechizo se cobra un precio más alto de lo normal.
- Señales del entorno
- Fractales de escarcha en puertas, rocas y troncos, como una escritura indescifrable.
- Susurros en galerías y pasos de montaña donde no hay viento.
- A contraluz, el aire parece tener vetas multicolor.
- Fenómenos frecuentes
- Al observar la superficie del agua, en ocasiones, se pueden ver otros cielos.
- Senderos que vuelven sobre sí mismos si uno no se da cuenta.
- Las bestias comienzan a adaptarse obteniendo pelajes traslúcidos u ojos cristalinos y brillantes.
- Peligros y hábitos
- Los hechizos son más fáciles de conjurar, pero dejan una marca más grande en el cuerpo del hechicero.
- Los artefactos arcanos rinden por encima de lo esperado, aunque en ocasiones pueden fallar sin explicación.
- Los ambiciosos prosperan rápido con la ayuda de la magia, pero algunos vuelven distintos, con la voz más baja y la mirada más quieta.
▣ Tierra sin dueño — Densidad excesiva
Aquí el kryos domina por completo, como único dueño de la tierra. El aire corta al respirar, las montañas exudan vapor helado y a veces el cielo presenta fisuras que dejan escapar suaves destellos de luz o tinieblas. La realidad se vuelve frágil: las brújulas giran sin control, los relojes se adelantan o atrasan, y algunos viajeros incluso afirman haber visto duplicados de si mismos observándo desde la distancia.
- Señales del entorno
- La escarcha vibra cuando alguien habla cerca.
- Los cabellos y telas se erizan con chispas frías.
- Una suave bruma sumerge toda la zona.
- Fenómenos frecuentes
- En ocasiones, cuando uno parpadea, siente que algo se ha movido de forma imposible.
- A veces la gravedad cambia de humor; un paso puede posar poco, y el siguiente parece hundirte en la tierra.
- A veces puedes ver reflejos de cosas que no hay, pero están ahí.
- Posibles consecuencias
- La acumulación de kryos en el cuerpo es rápida, incluso sin lanzar conjuros.
- La voz adquiere una tonalidad peculiar y las partes expuestas al kryos se enfrían rápidamente.
- Los recuerdos se desordenan, la mente mezcla sueño, pasado y deseo.
- Por qué entrar
- Se pueden encontrar cristales de kryos que encierran gran poder.
- Los conjuros lanzados pueden ser extremadamente poderosos.
- Las zonas saturadas pueden esconder ruinas de tiempos remotos.
▣ Inhabitable — La ruptura de lo real
Más allá de este punto, el kryos se convierte en una marea que ahoga todo, en una fuerza absoluta e incontrolable de la naturaleza. La respiración provoca dolor, los pensamientos se mezclan con voces ajenas, y la gravedad se retuerce como si siguiese reglas olvidadas en los albores del tiempo. En ocasiones se abren grietas en el aire que abren el paso a lugares imposibles donde la materia y el tiempo parecen obedecer a un patrón distinto al de Éliade. Nadie permanece en estas zonas mucho tiempo sin perderse o sin cambiar para siempre.
- Señales del entorno
- Tormentas inmóviles sobre llanuras, nieve que cae hacia arriba, fenómenos totalmente anomalos.
- Bosques vidríosos crecen y se repliegan con el pulso del suelo.
- Siluetas en las grietas y pestañeos que no coinciden con los tuyos.
- Ecos
- La voz parece doble, como si las frrases se repitiesen un segundo después.
- las sombras se desanclan y siguen otro gesto.
- La kryestenia puede brotar sin aviso ni remedio.
- Advertencias no escritas
- Algunos vuelven con un ojo que ve con tonalidades frías o con sueños extraños.
- Otros regresan callados, con las manos siempre limpias de escarcha y sin recordar sus nombres.
⌬ El frío interior ⌬
Toda manipulación del kryos deja marca. A veces un suave cosquilleo que se disipa con el primer sorbo de una infusión; otras, una sombra que se alarga por dentro hasta convertirse en una sentencia. A esa sombra la llaman kryestenia. No distingue entre maestros y aprendices, ni entre pobres ni ricos, ni entiende de juramentos.
▣ El temblor
El aviso no llega con estrépito, las manos, firmes toda la vida, fallan al hacer el nudo de una cuerda. Un escalofrío recorre la espalda en plena tarde de verano y el aliento se vuelve ligeramente más pesado. Al mirarse al espejo se puede apreciar un brillo pálido en los labios; la piel pierde su calor pero sin llegar a enfriarse del todo; y los sueños se llenan de luces azules que parpadean al ritmo del pulso.
Los antiguos sabios del Triunvirato de Syn recomendaban dejar que el cuerpo recordase su propio ritmo, alejándose del kryos durante al menos una semana entera. Los ogmianos, en su pragmatismo, tumban a los pacientes junto a láminas de ikorr y le piden tiempo. Sin embargo, no hay un bálsamo que funcione siempre, pero casi todos coinciden en lo mismo: alejate del kryos. Cada conjuro precipitado o cada minuto en una zona cargada no hace sino añadir más leña a un fuego que no calienta, enfría.
▣ La escarcha interna
Cuando el kryos se adentra en las entrañas, empieza a escribir dentro. Al principio como hilos de luz suaves bajo la piel, finísimos y caprichosos; pero pronto aparecen hebras blanquecinas que siguen el mapa de las venas y, después, líneas que serpentean por antebrazos y sienes. El aire ya no llena del todo, la fuerza cae, y los sonidos llegan como si traspasasen un vídrio. Hay quien siente el pecho crujir al inspirar profundamente y que narran que el agua les sabe a piedra.
La sociedad ha aprendido a convivir con esa fase de manera natural. En Vesmer, el maquillaje y los perfumes de resina disimulan lo que todos reconocen; en el Trunvirato, se vela al enfermo tres noches en silencio; en las colonias mineras, se apagan todos los artefactos arcanos de la casa y se cena a la luz de lámparas humildes. Nada de eso cura, por supuesto, pero frena, o al menos parece frenar. Porque en esta etapa el ambiente también empuja a través de las emociones y el cuerpo, incluso quieto, absorbe el kryos circundante como la humedad que se adhiere a la ropa.
▣ Piel invernal
Llegado el día, pequeñas espículas de cristal asoman en clavículas, codos o pómulos; la proliferación de los cristales, en zonas pobres en kryos puede ralentizarse notablemente, no obstante, en zonas de gran densidad pueden aparecer múltiples espículas a la vez en diferentes partes del cuerpo, desde nudillos hasta omóplatos, siempre sigiuendo patrones geométricos como si de copos de nieve se tratasen.
Los Isara cubren los cristales con filigranas de seda para tratar de reducir el dolor que provocan al brotar; en Orixis, se deja a los afectados en zonas oscuras para que los cristales dejen de brillar; mientras que en Ogma, los artesanos tallan guardas de cuero áspero para obligar a los cristales a detener su aparición. Sin embargo, todo ello es en vano, hay días buenos en los que las espículas se retraen suavemente; y días malos en los que un mínimo roce basta para provocar un ardor frío que dura horas en irse.
▣ El corazón de cristal
Cuando la escarcha atraviesa el pecho, cambia el modo en que el tiempo discurre. El latido pierde brío, se aquieta de golpe, y la mirada adquiere una claridad serena, como si justo en ese momento el afectado adquiriese su mayor pico de lucidez. La muerte no llega con violencia, a veces, el cuerpo se queda rígido en un instante, sereno, como si hubiese decidido descansar para siempre en la postura que estuviese; otras, basta un toque para que crujan las costillas como si fuesen de porcelana. En tierras pobres, hay quienes se convierten en estatuas cubiertas de cristal: con su último gesto convertido en una hermosa crueldad.
Cada pueblo aprendió a despedir a los suyos a su manera. Los Isara cuelgan filigranas de luz al viento para que el aire recuerde el latir del corazón. En el Concilio se levantan piedras con la misma caligrafía de escarcha que el difunto lleva en la piel. En Ogma, los fragmentos se guardan en urnas de metal pálido: honran desmontando el misterio que acabó con ellos.
Y, aun así, queda una costumbre que atraviesa facciones y razas: si un compañero se queda mirando al vacío más de la cuenta, debes tocarle la muñeca y marcar con la yema un compás, para recordarle a su corazón como debe latir. A veces funciona, y otras no, pero incluso en el fracaso hay una posibilidad.
⌬ El umbral silencioso ⌬
Cada ser vivo posee un umbral de tolerancia al kryos. No es algo que se pueda ver ni medir a simple vista, sino un límite invisibel que se descubre con los años, la práctica y, en ocasiones, los errores. Supeararlo significa abrir una puerta que ya nunca volverá a cerrarse por completo. Y hay quienes nacen con una resistencia natural, capaces de soportar la exposición durante más tiempo; y otros que, con apenas un roce arcano, quedan marcados para siempre.
Este umbral no es fijo. El estado físico y mental de las personas pueden afectarlo: el frío, el cansancio, el miedo, la fiebre o las enfermedades lo reducen, mientras que el descanso, la calma y una buena alimentación lo fortalecen. Existen días en los que uno se siente invencible y la magia apenas deja huella; y otros en los que una simple chispa arcana basta para hacer que el cuerpo tiemble.
A lo largo de las eras, distintas culturas han desarrollado métodos para reforzar este umbral. Algunos entrenan el cuerpo con ejercicios físicos que mejoran la resistencia y la circulación sanguínea. Otros fortalecen la mente a través de la meditación y el control de la respiración. Y hay quienes trabajan el alma mediante rituales o prácticas espirituales que buscan equilibrar la conexión entre el ser y el kryos. Y si bien es cierto que ninguno de estós métodos es infalible, lo cierto es que todos coinciden en un objetivo: retrasar lo máximo posible el momento en el que la marea del kryos sobrepase el umbral.
Para aquellos que viven en zonas de kryos abundante, aprender a conocer y cuidar el propio umbral no es una opción, es una necesidad vital. Y los viajeros experimentados saben medir sus fuerzas para retirarse a tiempo; mientras que los imprudentes suelen descubrir su límite demasiado tarde.
⌬ El arte de conjurar ⌬
Cada hechicero aprende pronto que el kryos es una corriente y, como cualquier otra, no responde a la fuerza bruta sino al cauce que se le ofrece. El primer paso siempre es el mismo: sentir la marea, un latido sordo que vibra en el aire, en el agua e incluso en la carne. Los Isara, los únicos capaces de generarlo por sí mismos, lo perciben como un segundo pulso bajo la piel; el resto, como un alteración en la temperatura.
La manipulación sigue tres vectores que toda escuela, independientemente de lo distintas que sean sus doctrinas, reconoce:
Foco mental
El hechicero ha de tener una imagen clara y precisa del resultado final. No basta con querer «una bola de fuego», debe verla, olerla y sentirla antes de existir. Los pensamientos caóticos abren fisuras; los firmes, abren caminos.
Pulso físico
El kryos responde a la cadencia del cuerpo como si fuera un lenguaje antiguo a través de los gestos, la postura o incluso el ritmo de la respiración. Un paso mal dado, una exhalación fuera de tiempo, y la corriente se rompe, anulando la invocación.
Catalizador
El vínculo material que estabiliza el flujo puede ser una vara de cristal, un brazalete tallado, un implante de cobre, o incluso una simple marca de tinta; lo más importante es que, sin un catalizador adecuado, es el conjurador el que se convierte en su propio receptáculo, con todos los riesgos que ello conlleva.
⌬ Los siete ecos ⌬
En la tradición arcana de Éliade, el poder del kryos se clasifica en siete «ecos», cada uno más profundo y peligroso que el anterior. Un eco representa la resonancia que queda tras invocar su fuerza y, cuánto más fuerte, más altera tanto al entorno como a quién lo convoca. Los primeros ecos pertenecen al dominio de lo mortal; los últimos, al de la leyenda y la ruina.
▣ Nivel 1 — El aliento
El primer contacto con la marea de kryos. Es frío, pero dócil; un susurro que apenas roza la piel y que cualquier aprendiz puede dominar con la guia adecuada. Los conjuros de este nivel incluyen invocar pequeás ráfagas de aire para desviar proyectiles, apagar fuegos pequeños como el de las hogueras, purifiar modestas cantidades de agua con un simple gesto o invocar nieblas finas que envuelven la figura para ocultarla momentaneamente.
Aunque su eco es modesto, el Aliento es la base de toda maestría, a partir de este nivel se aprende el ritmo, el control y el respeto por la energía que se manipula. Ningún maestro olvida su primer Aliento porque es el momento en el que el kryos deja de ser un concepto y pasa a convertirse en una extensión de su voluntad.
▣ Nivel 2 — El filo
El eco afila su voz. En este punto, el kryos se convierte en una herramienta de combate real, pero todavía se mantiene en un margen seguro para quienes conocen su umbral. Los hechizos incluyen proyectiles de hielo capaces de perforar cuero y madera, ráfagas de viento que pueden derribar a un hombre robusto, invocar muros de piedra sólidos, incluso invocar bolas de fuego o disparar lanzas de luz que dejan un rastro de cristal en el aire.
Un Filo bien invocado puede decidir el resultado de un duelo mucho antes de que se crucen las armas. Los veteranos saben que en este punto la precisión vale más que la fuerza, y que cada conjuro deja una marca breve pero inconfundible: un golpe frío que corre por la piel, un augurio de lo que puede venir.
▣ Nivel 3 — El manto
El kryos comienza a agitarse de forma impredecible, vibra y exige una voluntad firme para no escapar de control. Este eco permite invocar tormentas eléctricas, crear pilares de fuego que emergen bruscamente del suelo o manifestar remolinos gélidos que arrastran enemigos, armas y escombros sin distinción. También es en este punto donde los conjuros comienzan a dejar una huella más duradera: se agrieta el suelo alrededor del hechicero, los muros se quiebran e incluso se produce un descenso brusco de la temperatura que puede helar la sangre de los presentes.
El Manto exige concentración total, un momento de distracción podría volverse contra el conjurador, lo que provocaría desde quemaduras de escarcha hasta la proliferación de la temida kryestenia. Es el primer eco donde la magia deja de ser un medio y se convierte en riesgo.
▣ Nivel 4 — La marea
En este punto, el kryos ya no sólo obedece, cada conjuro drena tanto la fuerza como la voluntad del invocador. Es posible congelar un lago por completo, fracturar murallas con poderosas ráfagas huracanadas, desviar el curso de tormentas o incluso sellar rutas enteras con avalanchas de piedras invocadas.
La Marea es poder puro y exigente, y sin una resistencia excepcional o un catalizador adecuado, el daño interno puede ser inmediato y severo. Los conjuradores que dominan este eco suelen mostrar un temple inquebrantable.
▣ Nivel 5 — El ocaso
El Ocaso convierte cada hechizo en un acto de devastación. Un hechizo de este calibre no da lugar a medias tintas: sellar un valle bajo un glaciar eterno, petrificar bosques, retener naves espaciales con el poder de la gravedad o incluso desviar la trayectoria de un meteorito.
Este eco marca el límite de lo que un mortal puede invocar con cierto control; y la mayoría de quienes lo alcanzan lo hacen en momentos de desesperación o guerra total. Y los pocos que viven para contarlo guardan en la mirada el peso de haber visto —y creado— el fin de algo.
▣ Nivel 6 — La ruptura
En este punto, el kryos rompe las costuras de la realidad. Las grietas en el cielo dejan caer fragmentos de hielo multicolor que absorben la luz, distorsionan el aire y quiebran todo lo que tocan. Los hechizos son devastadores, pueden borrar ciudades del mapa en un pestañeo, invocar criaturas gargantuescas o incluso alterar el funcionamiento del tiempo en un área gigantesca.
Casi todos los lugares alcanzados por este eco quedan marcados para siempre: bosques de cristal inmóviles, mares convertidos en desiertos e incluso zonas donde el sonido desaparece por completo.
▣ Nivel 7 — El silencio
La cima y el final. Las veces que se ha convocado este eco se cuentan con los dedos de la mano, y todas ellas resultaron en eventos cataclismicos que asolaron tierras enteras. En los relatos más antiguos, el Silencio borró islas del mapa, selló continentes bajo un invierno infinito e incluso abrió portales a regiones donde la realidad se curva hasta quebrarse.
El Silencio es un eco que no se enseña ni se estudia, se llega como revelación, como locura, o como castigo. Y no hay registros de nadie que haya sobrevivido para contar lo que vino después.