✦ Archivo Clasificado 07-Legus-A ✦
Codificación de archivo — Acceso Nivel Alfa
Protocolo de Apertura — Secuencia de 6 glifos
Kryos Firewall
Clave Final
⌬ El Latido del Fondo ⌬
En los últimos días del Azote, cuando las naciones de Neyrum ardían en una guerra sin fin, cuando incluso los nombres comenzaban a desaparecer, algo se agitó en lo profundo. No en la tierra, ni en el cielo, sino bajo los océanos, donde la oscuridad es tan antigua que hasta el mismo tiempo parece diluirse.
Los Hanere, habitantes de las ciudades submarinas y guardianes de los mares, detectaron un latido sin pulso: una vibración sin origen biológico, sin conexión a máquina o magia. Intrigados, exploraron una nueva grieta surgida por los movimientos tectónicos y allí, en el abismo, encontraron una estructura imposible: no era ruina ni era templo, era algo que parecía observarlos desde el más inmutable de los silencios.
Y cuando los exploradores se acercaron, la estructura los esperaba; no se abrió por fuerza ni por azar, se activó al sentir su presencia.
⌬ La Unidad Impensable ⌬
En medio de una creciente incertidumbre, los Hanere convocaron a sus aliados más leales: los miembros del Reino de Arius, y juntos descendieron hacia el hallazgo. Otros llegaron pronto: emisarios Isara, acechadores Vesmeritas, incluso exploradores Ogmianos; todos ellos disfrazados de sabios, cartógrafos o diplomáticos. Más que como aliados, se presentaron como rivales con máscaras manchadas de cortesía. Pero allí, frente al misterio, las armas no se alzaron.
En el corazón de la cámara, un holograma arcano surgió del aire, y la representación de una figura sin rostro les mostró lo impensable: la estructura era una nave, más antigua de lo que incluso que el primer pergamino Isara que se recuerda, una nave que se estrelló milenios atrás en las profundidades de Neyrum. En aquella nave, cada facción descubrió lo que más ansiaba:
- Para Ogma, era una máquina suprema.
- Para los Isara, una obra de arte divina.
- Para Arius, un destino que no habían elegido, pero que los reclamaba.
- Para Vesmer, una fuente inagotable de oportunidades de negocio.
Y, aun así, nadie lo dijo en voz alta.
⌬ El Nombre del Milagro ⌬
Durante los días posteriores al hallazgo, los líderes de cada facción debatieron si aquello debía mantenerse en secreto. ¿Y si la estructura era un arma? ¿Y si el eco de su activación ha viajado más allá de Neyrum? Algunos, como los Isara, consideraron sellarla para siempre. Otros, como el Imperio, propusieron desmantelarla pieza por pieza. Nadie tenía una respuesta clara, y nadie osaba decidir su destino.
«No fue la nave. Ni siquiera fue la tecnología. Fue… la reacción de los presentes. La forma en que se miraron unos a otros, sin miedo, tan sólo con… esperanza. Y es por ello que la llamamos Esperanza, porque no supimos nombrar aquello que, por primera vez en siglos, nos permitió imaginar que había algo más que conflicto, algo más que ruinas.»
— Sarihn Veyra, Oradora del Concilio de Lyen
El término surgió sin decreto. Ningún canciller, emperador o cronista lo proclamó jamás. Simplemente, empezó a usarse, al principio como un susurro, pero luego como un símbolo. La «Esperanza» nunca fue el nombre oficial de la nave, ni de la estructura, fue el nombre lo que ocurrió: el instante en el que el conflicto se volvió irrelevante, un momento en el que la historia de los habitantes de Neyrum dejó de girar en torno al kryos, al ikorr, a los linajes y a los odios heredados; un instante de propósito compartido, una pausa en lo que hasta ese momento pareció una condena ineludible.
Así, apareció el símbolo en los textos: una espiral truncada, atravesada por una línea ascendente. El diseño no respondía a ninguna bandera ni patrón cultural previo, se convirtió en un emblema sin dueño, el logotipo de una promesa sin orígenes claros, pero cargado de esperanza.

Y cuando se formó el Consejo Estelar, se mantuvo el nombre de Esperanza, no por protocolo ni por necesidad, sino porque toda fundación, incluso una tan poderosa e influyente, requiere una chispa.
⌬ La Ascensión ⌬
El hallazgo de la Esperanza no sólo cambió el curso de la guerra, destruyó por completo el concepto mismo de frontera que por aquel entonces barajaban todas las facciones. Neyrum, herido y quebrado, ya no bastaba. Y así fue como nació el primer gran proyecto compartido: el Proyecto Nexo: una estación orbital, una ciudad en el cielo, la última torre construida bajo la influencia de Neyrum, entre las ruinas de la historia. Y su nombre final sería Legus, en honor a Legus Zhae-Rhaal, el líder Hanere que dio la orden de investigar la grieta abisal.
Con la construcción de la estación Legus, surgió un nuevo dilema: el espacio que se abrió ante las civilizaciones era demasiado grande, por ello, decidieron construir lo que denominaron Consejo Estelar, y dividir las civilizaciones restantes en cuatro grandes poderes:

- El Concilio de Lyen: Un mosaico de miembros del Reino de Arius, Hanere, Henka, miembros de Syn, Yügen, Yuèliàng e incluso, al principio, Ashistan. Centrarían sus esfuerzos en la fusión de magia y tecnología, en la búsqueda del progreso compartido a través de la diversidad y el bien común.
- El Triunvirato Isara: Formado por los Isara, Visam y Henka más tradicionalistas, se elevó como un estandarte, con el objetivo de preservar y defender el equilibrio sobrenatural, la contemplación y las tradiciones pasadas.
- El Imperio Ogma: En su búsqueda de la libertad absoluta, y en vista del odio y recelo que muchos sentían a causa de la destrucción de Neyrum, optaron por mantener su ley y alejarse del espacio de las demás facciones. Sin embargo, aceptaron cooperar con las demás facciones, con la condición de que en Legus hubiese zonas libres de Kryos y de cualquier ingeniería sobrenatural.
- La Aristocracia Vesmer: Observadores sin voto en el Consejo, pero con los bolsillos del mundo llenos. Simplemente, trasladaron sus riquezas al espacio mientras continuaban sus labores de financiación, espionaje y negociación para continuar creciendo.
La estación Legus se convirtió rápidamente en un símbolo de unidad, un laboratorio, un templo e incluso un campo de batalla frío, de intereses encubiertos. Fue el inicio de una nueva era de prosperidad, pero también el nacimiento de una nueva tensión: la promesa de unidad oculta bajo capas de sospecha, ambición y silencios incómodos.
⌬ El VIS y los Corredores Estelares ⌬
Las primeras naves elaboradas por el Consejo Estelar fusionaban, muy a pesar de los Ogmianos, magia y tecnología, pero apenas eran capaces de alcanzar las lunas cercanas, el universo se mantenía como un océano de hielo imposible de explorar. Y fue en ese entonces cuando apareció Albus de Lirian, un científico exiliado de Vesmer que cayó en manos del Concilio de Lyen. Inspirado por los patrones de la Esperanza, diseño un motor capaz de distorsionar el espacio: el sistema V.I.S. (Velocidad de Impulso Espacial).
El sistema V.I.S. comprimía el espacio frente a la nave y lo expandía detrás, lo que permitía alcanzar velocidades imposibles hasta aquel momento. El kryos actuaba como un catalizador, mientras los núcleos de ikorr estabilizaban la estructura con su capacidad de repulsión arcana. Pero el sistema era inestable, y los primeros pilotos sufrieron transformaciones irreversibles. Fue necesario entrenar una nueva casta de élite que se encargaría de pilotar las naves equipadas con estos sistemas: los Navegantes, capaces de soportar la presión y el kryos sin perder la razón o incluso su vida.

Mientras los Iridianos defendían la fusión de magia y control emocional, los Ogmianos apostaban por el uso de pilotos mecánicos manufacturados en serie. Vesmer, siempre oportunista, monopolizó los componentes clave apoyandose en el previo exilio de Albus, asegurándose de que ninguna nave se lanzara al espacio sin sus favores correspondientes. El Concilio, por su parte, trabajó incansablemente para mantener el status quo entre magia y tecnología, en la medida de lo posible.
El sistema V.I.S., tras incontables ensayos, errores y numerosas vidas arruinadas, llevó a la sociedad más allá de Neyrum. Pero Éliade todavía se erguía frente a ellos, inalcanzable.